Resiliencia frente al poder de la Naturaleza


Por: Dania Cabrera, Docente Clínica Psicológica
Centro de Salud, Universidad San Sebastián.


Cuando ocurre la ocasión que la naturaleza nos recuerda su inmenso poder y que nosotros, los seres humanos, formamos parte de ella de manera ineludible, como seres sociales que somos no nos queda más que volcarnos a nuestra primitiva condición gregaria, tanto para brindarnos mutuamente la tranquilidad necesaria para tomar las decisiones adecuadas en el corto plazo, y también para mirar hacia el futuro más mediato. Y en ambas situaciones, ciertamente debemos orientarnos a seguir un liderazgo formal, veraz y claro en la información que entrega, como también tomar nosotros mismos el liderazgo en nuestros propios espacios particulares, de modo que “no todos hacen todo”, si no que todos siguen a quien pueda mantener y transmitir tranquilidad, pero a la vez, cada uno participa en forma activa en el proceso del primer enfrentamiento a la situación anómala, como en el posterior proceso de recuperación y retorno a la vida normal.

Diversos estudios han demostrado que, una vez trascurrida la emergencia, quienes más rápidamente mostraron indicios de resiliencia y recuperación de la normalidad han sido quienes han podido participar en forma activa en su propio proceso de autoprotección y reconstrucción, lo cual debe hacerse además en forma organizada y conforme a las cualidades de cada quien, puesto que todos, inclusive niños y adultos mayores pueden y necesitan asumir un rol, puesto que todo aquello redunda además en mantener la tranquilidad necesaria para resguardar la integridad física y mental en el momento inmediato, y en el largo plazo.

Por ejemplo, en el caso del Adulto Mayor, la Organización Panamericana de la Salud, en su documento Protección de la salud mental en situaciones de emergencias y desastres, señala que “los ancianos poseen un sentido de identidad, arraigo, así como de pertenencia y preservación de la cultura y suelen ser un eje unificador al interior de la familia y la comunidad. Son personas que tienen conocimientos sobre métodos tradicionales de curación, apoyan, contienen y dan seguridad a los niños. Los ancianos transmiten experiencias a través de historias, cuentos y canciones; éstas generalmente llevan un mensaje positivo de afrontamiento de las situaciones difíciles”. (2002, 22).

Los niños, por su parte, se acompañan entre sí y mediante el juego logran canalizar las emociones que viven en forma sana.

En esta condición, en que cada uno se hace partícipe del proceso de enfrentar y luego recuperarse, los adultos que ejerce el liderazgo encuentra también un remanso para conservar la tranquilidad que necesitan para guiar de manera adecuada a sus familias y sus comunidades.
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