¡Basta de Excusas!


Por Mónica Ampuero
Académica de la carrera de Pedagogía Media en Inglés
Universidad San Sebastián


El tema de la educación en nuestro país da para mucho hablar y así lo demuestran los cientos de artículos que lo analizan por todas las aristas posibles de abordar. Buscamos razones o justificaciones a las malas prácticas, tratamos de buscar soluciones, nos inspiramos en modelos extranjeros, nos alarmamos por los resultados arrojados en las pruebas estandarizadas, surgen las reformas que priorizan nuevos campos de acción. Pero los que formamos parte de este universo educativo, debiéramos darnos cuenta que no solucionamos nada siendo meros espectadores. Basta de justificar las malas prácticas en los establecimientos educacionales culpando siempre a agentes externos como el medio socio-cultural de dónde vienen nuestros estudiantes, a la falta de recursos de nuestros colegios o incluso al gobierno central. También culpamos la falta de expectativas de nuestros estudiantes y apoderados, el quiebre de valores de nuestra sociedad, la crisis económica, etc. Lo que hay que hacer es mejorar las prácticas educativas con los elementos que tenemos y mirar el futuro como un gran desafío, el que hay que enfrentar positivamente.

Me ha llamado la atención un artículo del Dr Jimenez, experto en educación, que trata sobre Las Demandas por Mejores Resultados en Educación y las Responsabilidades de los Actores del Proceso Educativo, que formó parte del Congreso Latinoamericano de Administración en Educación realizado en Puebla, Méjico el año 2004. En el documento menciona muchas estrategias entre las que se destacan un fuerte y efectivo liderazgo dentro de la escuela, que no significa autoritarismo, sino por el contrario, un trabajo en equipo en dónde se le da al docente autonomía en la toma de decisiones, apoyando la innovación a través de iniciativas individuales, que hagan de la escuela un centro de aprendizaje efectivo y con buenos resultados en dónde también se involucre a los padres y apoderados. De este modo el líder debe propiciar un clima que facilite el aprendizaje intelectual, el desarrollo social y emocional e instaurar la cultura de la autoevaluación dentro de la institución con el propósito de mejorar aprendiendo de los errores y potenciar aquello que sea positivo.

Siguiendo este norte, creo firmemente que un buen líder, quién en una escuela se traduce a un buen director, debiera sacar lo mejor de sus docentes, estableciendo estándares de desempeño dentro de la escuela, velando por la calidad pedagógica, creando instancias de perfeccionamiento continuo para sus docentes, que aseguren una educación de calidad para todos los estudiantes, sin distinción alguna, y con los recursos que se tengan. Junto con la gestión y liderazgo efectivo, el principal impulsor del aprendizaje es el propio docente. Mc Kinsey en su investigación acerca de los sistemas educativos, nos dice al respecto “la calidad de un sistema educativo nunca estará por encima de la calidad de sus docentes” ( 2007).

En síntesis, un buen líder logra instaurar en su contexto educativo la convicción cierta de que todos sus integrantes son personas importantes, sean estos administrativos, docentes, estudiantes o padres y apoderados. Todos ellos forman parte del proceso educativo y deben estar absolutamente convencidos que cuando realmente se quiere, se puede lograr el éxito si se trabaja en conjunto para ello.

Es por esto que nuestras autoridades deben velar para que toda escuela, principalmente aquellas del sistema público, cuenten con un buen líder fuerte en gestión administrativa y pedagógica. Basta de rotar a los directivos de siempre en lo que en Estados Unidos se denomina hoy en día como “The Dance of the Lemons” (La Danza de los Limones), o sea, los mismos personajes que no se han distinguido por sus prácticas eficaces y que no pueden ser sacados del sistema. Nuestras autoridades deben buscar la forma de incorporar al sistema como directivos de escuelas a gente nueva, que sean capaces de llevar a cabo un liderazgo positivo y fuerte, que sean carismáticos, que eleven la moral de todos los integrantes de su sistema educativo, con un gran sentido de compromiso por el aprendizaje efectivo de sus estudiantes, que confíen y levanten a sus profesores con una inyección de podemos hacerlo, que atiendan la diversidad con equidad, que enfrenten desafíos en equipo, que se midan por estándares de desempeño que mejoren las prácticas y los resultados, que se innove y que se descentralice la toma de decisiones recogiendo el aporte de los propios docentes, de los alumnos y de los propios padres y apoderados que debieran jugárselas codo a codo con la escuela para lograr el éxito en el aprendizaje de nuestros estudiantes, qué son los que han de determinar la pobreza o riqueza de nuestra nación en un futuro no muy lejano.
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